« Desde el comienzo de nuestra vida en el mundo de los leprosos, nosotros constatamos dos categorías de enfermos : aquellos por los que todo era intentado desde el punto de vista médico, quirúrgico, financiero y social ; y aquellos por quienes se piensa « no hay nada más que hacer, están perdidos : Tienen heridas en los pies y en las manos que son incurables ».
Es a esta categoría de leprosos que nosotros hemos querido consagrar nuestra vida de padres.
De manera providencial, después de 10 años pasados como vicario en Besançon, el Padre Raymond Jaccard es enviado en 1967 a Camarones al servicio de 400 leprosos.
Allá el descubre hombres y mujeres mutilados, arrastrándose a cuatro pies, con manos que no tienen más dedos. Casi todos los enfermos de la leprosería han pasado ya un cuarto de su vida en esta situación.
Sin más tardar el padre Raymond adopta un ritmo de trabajo intenso con los cuidados habitualmente prodigados a los leprosos, baños de pies con agua jabonosa y vendajes que deben ser renovados tres veces por día.
Pero, en frente de este sufrimiento y de una situación que parece no mejorarse, el padre Raymond se interroga : « Qué tienen ellos ? Lógicamente están leprosos, Aún más…Yo no consigo más : Hablarles de Dios, de su sufrimiento en la Cruz, es para mi imposible en estas condiciones. Tengo que comprender por qué sufren tanto. Tengo que quitarles sus vendajes y mirar por qué ellos no pueden más andar, por qué están ahí después de tanto tiempo… Esta situación tan insoportable va a durar cuatro años. Al final, agotado, voy a visitar un amigo cirujano a Douala… El diagnóstico ? Es tan duro de consecuencias como inatendido : Son los huesos del pié que están deteriorados por la osteítis (y no directamente por la lepra, que es en este estado inerte). La lepra daña los nervios mas las osteítis (infección ósea) es la consecuencia.
Yo discuto apasionadamente con mi amigo cirujano :
Una vez que la osteítis está establecida, qué podemos hacer ?
-Sólo hay una manera : La intervención quirúrgica.
Con una audacia insolente, después de una formación expresa con su amigo cirujano, el padre Raymond se lanza primero en pequeñas intervenciones, con un material rudimentario. Los resultados son encorajadores, y poco a poco, gracias a su practicidad y a el aprendizaje con amigos cirujanos, él se perfecciona en la cirujía de amputación del pié y de la pierna de los leprosos portadores de osteítis.
Gracias a este impulso, Raymond returna en Francia, en region parisina, para formarse al lado de cirujanos y protesistas de renombre, pues no es suficiente amputar ; hay que permitir a los enfermos de marchar de nuevo. En esta época no existía en Camarones ningún centro de prótesis y ortopedia hay entonces que inventarlo todo.
De regreso en Africa, es llamado por Monseñor Zoa a la leprosería del centro Jamot conocido también como « La colina del sufrimiento ».
Allí su hermano Pierre viene a encontrarlo en 1971 y todos los dos comienzan a poner las bases de un centro de prótesis, de cirujía y ortopedia, que se transformará luego en un faro en materia de investigación de nuevos tipos de aparatos ortopédicos adaptados a los más pobres.
Allí, al filo de la realidad de los efermos con los que ellos viven, inventan una pequeña prótesis simple y funcional, fabricada con los materiales locales. Rechazando toda asistencia, aplicando el viejo dictado « más vale aprender a alguien a pescar un pez que darle un pescado », los dos hermanos ponen un punto de honor en que los leprosos con la nueva prótesis sean los propietarios y responsables de su prótesis.
Por el pedido de Monseñor Zoa, ellos ponen por escrito el fruto de todo el trabajo en un libro titulado : « Un homme nouveau-le lépreux handicapée, opéré, appareillé ». (Un hombre nuevo- el leproso operado, con aparato ortopédico). En este manual, para uso médico, viviendo en condiciones de trabajo que no son las del hospital, todo su saber y técnicas están consigandos.
Es entonces que numerosos países de Africa hacen llamado a sus experiencias para que sean organizadas estadías de formación, tanto en cirugía como en ortopedia.
El renombre de los dos hermanos franquea las fronteras del continente africano, y pronto comparten sus descubrimientos con el mundo entero : En India, con los Misioneros de la Caridad de Madre Teresa, en Egipto, Filipinas, Tchad, Madagascar y tantos otros.
En todo lugar, hombres y mujeres condenados hasta lo más profundo de su humanidad por la enfermedad de la lepra, se relevan, recomienzan a caminar, recobran su dignidad y se transforman en figuras tangilbles y vivientes de este mensaje de resurección del cual viven los dos hermanos .