Como Cristo, la Iglesia no es sólo un «instrumento» de la unidad, sino que es también un «signo eficaz». Y la Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia es la «Madre» de ese «misterio de unidad» que Cristo y la Iglesia representan inseparablemente y que edifican en el mundo y a través de la historia. (Homilía de Benedicto XVI en la Casa de María en Éfeso 29 de noviembre de 2006)
Alégrate, tú que has unido a los opuestos.
Alégrate, tú que has unido virginidad y maternidad.
Alégrate, tú por quien fue absuelto el pecado.
Alégrate, tú por quien se abrió el Paraíso
.Alégrate, llave del reino de Cristo.
Alégrate, esperanza de las bendiciones eternas.
¡Alégrate, Virgen y esposa!