Observando la estrella que hacia Dios los guiaba, sus fulgores siguieron los Magos.
Era antorcha segura en su ruta; los condujo ante el Rey Poderoso. Al llegar hasta el Inalcanzable,
le cantan; ALELUYA!, ¡ALELUYA!
Contemplaron los Magos entre brazos maternos al que al hombre plasmó con sus manos.
Comprendieron que era Él su Señor, a pesar de su forma de esclavo: presurosos le ofrecen sus dones,
y a la Madre proclaman:
Alégrate, Madre del Sol sin ocaso;
Alégrate, aurora del místico Día.
Alégrate, tú apagas hogueras de errores;
Alégrate, Dios Trino al creyente revelas.
Alégrate Sponsa y siempre Virgen