Nuestra vida es una maravillosa historia de Amor. Al principio, hubiéramos tenido una gran dificultad para imaginarnos lo que ella sería. Dios, con su ternura infinita de Padre, nos ha ayudado a ser fieles y humildes delante de todo lo que El nos pedía y que nos era manifestado, poco a poco, a través de las personas, eventos y hechos de nuestras vidas.
Como María en el misterio de su visita a Santa Isabel, nosotros descubrimos que nuestra vocación era de dar Jesús tanto por nuestras palabras, acciones, silencios, amistades compartidas con los últimos y los pequeños, que por una oración silenciosa con el que es nuestro único Amor y nuestra sóla razón de vivir.