“Las verdaderas miradas de amor son aquellas que te esperan”
El 16 de Febrero de 1987 en Roma, el Santo Papa Juan Pablo II, dirigía esta frase a los Hermanos Jaccard : « Vayan a decirles a ellas que la Iglesia y yo, las amamos ».
Nueve años antes, había comenzado en una calle de Bogotá la misión de los Hermanos Jaccard para ayudar las Hermanas Adoratrices de Colombia a retirar del infierno de la prostitución las mujeres y niñas.
El padre Talvas, creador de la institución « El Nido » en Francia en 1943, nos otorga el siguiente comentario a propósito de esta pareja de Hermanos : « Entre todos los padres que yo conozco, ustedes los los más indicados para ayudar estas personas. Vuestra vida con los leprosos, tan pobres y rechazados por la sociedad como ellas, ha sido para ustedes la mejor escuela ! Todavía más, ustedes son hombres de Adoración, no hay nada mejor para este servicio » .
Será Monseñor Zoa el que los enviará en misión para ayudar las jóvenes, siempre en estrecha colaboración con las Hermanas Adoratrices de Colombia : « Yo os envío al medio de la prostitución en Colombia y América Latina. Es la Iglesia que os envía. Mantenedme informado de todo ».
Una « nueva evangelización », retomando la expresión de Juan Pablo II se organiza en el círculo de estas mujeres mal-amadas de la calle. Verdaderas comunidades cristianas nacen en torno de las Hermanas Adoratrices. Antes de hablar de humanización o de sociedades nuevas, había que ocuparse de lo más importante : « Ayudar estas muchachas a ganar su vida honorablemente, dándoles la posibilidad de ejercer un verdadero oficio, darles también la posibilidad de tener una vivienda propia y poder educar a sus hijos en la escuela.
« El testimonio de la oración de las Hermanas, al mismo tiempo que una lectura de la Biblia y la humilde caridad fraternal, continúan dando a numerosos grupos de muchachas el gusto de Dios y el deseo de encontrarlo en su propia vida, descubriendo la Iglesia al servicio de los más pequeños. Nosotros encontramos en estas mujeres, no solamente la urgente necesidad de se sentir amadas por Dios, sino también el deseo de abandonarse completamente a la Virgen María, ya que ellas nunca conocieron una verdadera ternura maternal » ; nos cuentan los Hermanos.
Y continúan : « Una realidad de la fé que nos marcó siempre es la presencia permanente de Jesús Hostia en cada una de las casas de las Hermanas. La capilla es abierta a todas las mujeres y jóvenes que vienen allí. Jesús está allí para acogerlas y decirles : « Yo conozco bien todo lo que tu has sufrido y todo lo que sufres aún. No te juzgo y te amo. Cuando tu sabrás trabajar, te diré hija mía, va y sed una mujer normal ».
La Eucaristía, misa y la presencia de Jesús , acto supremo del Amor del Hijo por su Padre y por nosotros, es verdaderamente un sacramento real y profético. El nos da la vida y nos permite de manifestar nuestro amor por Jesús y nuestros hermanos. Frente al muro de la prostitución, un muro infranqueable, espeso y duro, una sola manera nos es dada para derrubarlo : Nuestra oración silenciosa delante de Jesús. Esta oración con El, repitiendo sin cesar la oración que nos ha enseñado : El Padre Nuestro….Repitiendo sin detenernos la súplica de Jesús a su Padre : « Padre, que tu reino venga sobre las tinieblas, que tu Voluntad se haga en el corazón de todos aquellos que explotan estas mujeres, y que tu Nombre sea santificado en el corazón de todos aquellos pobres a quienes prometiste tu Reino ».
Es de esta manera que hoy, gracias a nuestros colaboradores y a la ayuda del « P.A.S », 137 atelieres han sido creados en tres países : Colombia, Ecuador y República Dominicana. Cada año más de 3000 mujeres siguen sus estudios con las Hermanas para aprender un oficio. Durante todo este tiempo, sus hijos van a la escuela y reciben todo lo necesario para poder continuar sus estudios. Igualmente, gracias a la ayuda de las Hermanas Adoratrices, un nuevo barrio ha surgido en Bogotá : El barrio San José Rondón, donde numerosas muchachas, con los recursos generados por su propio trabajo y con la ayuda de las Hermanas, han podido comprar una pequeña casita que ellas agrandan paulatinamente.
« Con Jesús, que habla con su Padre, podemos transformar el mundo del pecado en un mundo nuevo, evangélico : « Sin mi no podeis hacer nada ». Sí, esto es verdadero pues « Para Dios no hay nada imposible ». Es por esto que las palabras del Arcangel a María fundan nuestra esperanza y nos permiten cantar :
MAGNIFICAT !!! »
(Textos extraídos a partir de los escritos de Pierre y Raymond JACCARD).